Carta de homenaje
- pedrocasusol
- 15 may
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Escribe: Xiomara Quispe
"Hay personas que, aunque nos acompañen solo por un tiempo, dejan una huella imborrable en nuestra vida. Hoy queremos recordar a Johana, nuestra amiga, nuestra compañera, una persona llena de luz, alegría y generosidad. Esta es una carta desde el corazón, un homenaje a su memoria, a los momentos compartidos y al impacto que dejó en todos nosotros."
¿Cómo empezar estas líneas? Tal vez por el día en que te conocí…
Era una tarde de lluvia, una de esas lluvias intensas y desbordantes tan típicas de São Carlos. Pensé que lograría salir de la universidad y llegar a casa, pero apenas llegué a la portería de la salida de Matemáticas del ICMC, y me refugié bajo un pequeño espacio con techo. Me resigné a esperar a que pasara la lluvia… hasta que te escuché.
Conversabas con un muchacho brasileño, supongo que un compañero de curso o un nuevo amigo, alguien que acababas de conocer. Tenías esa característica: podías conversar con la misma naturalidad y alegría con amigos cercanos o con personas que acababas de conocer.
Estaba tan cerca de ustedes que difícilmente los habría ignorado. Fue inevitable escuchar su conversación, y aunque no recuerdo exactamente de qué hablaban, sí me quedó grabado un momento. Después de un buen rato, el muchacho te preguntó de dónde eras, y te escuché responder con seguridad: "¡De Perú!". Me sorprendí. Al verte, me había identificado contigo, pero al escucharte hablar un portugués tan fluido, había supuesto que no lo eras.
Me quedé en silencio, esperando a que la lluvia pasara, hasta que los oí despedirse. Hubo un instante de silencio… y entonces se convirtió en un momento bello. Te acercaste a mí y me preguntaste si era peruana. Te respondí que sí, emocionada, porque siempre me alegraba ver nuevos peruanos en la universidad. Pero tu pregunta fue más allá de la simple curiosidad. Sentí un interés genuino en conocerme. Yo andaba triste ese día, pero tu sonrisa y tu entusiasmo al hablar disiparon mi tristeza. Me contaste que habías estudiado el colegio en São Carlos y que por eso tu portugués era tan bueno. Obviamente, te pregunté por ello.
Ese rato que conversamos, acogiste mi tristeza con tu amabilidad y la convertiste en alegría con tu energía. Me contagiaste ese espíritu joven, ese entusiasmo que tal vez con el tiempo había olvidado. Me recordaste a la gente de mi país: acogedora, cariñosa. Cuando nos despedimos, supe que había encontrado una nueva amiga. Y no me equivoqué, porque después te encontraba todos los días en el ICMC. Siempre alegre. A veces preocupada, a veces cansada, lo sabía, porque tenías muchos trabajos—ya fueran tareas de los cursos o reuniones de los diversos grupos en los que participabas. Aun así, cuando nos saludábamos, siempre tenías una sonrisa.
Me va a hacer falta encontrarte en el bebedero de agua, en el bloque 1, en la biblioteca o en el bandejão.
Extrañaré nuestros desayunos, en los que a veces estaba sola por decisión propia o porque no encontraba a nadie conocido. Pero cuando tú me veías, nunca faltaba una invitación a tu mesa. Nunca faltaban las buenas conversaciones, fueran sobre temas serios o simplemente tonterías, pero sobre todo, nunca faltaban las risas. Así eras tú, mi querida Joh, como me dijiste que te llamara desde el primer día que nos conocimos.
También eras generosa con el conocimiento. Recuerdo una mañana después del desayuno en que, mientras caminábamos del bandejão al ICMC, te pregunté cómo hacías para participar en tantos grupos y al mismo tiempo llevar tus cursos. Me respondiste que ni tú misma lo sabías, pero que lo que te motivaba era ayudar a los demás. En tu grupo Women in Tech, enseñaban a niñas a programar; en el PET, organizaban colectas de ropa para personas en situación de calle. Pero tú ibas más allá: además de hackatones de programación, organizabas encuentros de cine, conversatorios para estudiantes de graduación, e incluso a mí me explicaste a detalle cómo registrar mi propio grupo. Me animaste a seguir con mis proyectos.
Viviste plenamente la experiencia de ser estudiante en la USP, pero sobre todo, fuiste una joven que inspiraba.
Esta es mi experiencia personal, y estoy segura de que quienes te conocieron también tuvieron la suya. Y ese es el caso de nuestro grupo, Quipu Seminars.
Recuerdo la noche en que te uniste. Fue después de un seminario, cuando comíamos pizza en grupo. Estábamos cerca de la biblioteca, en unas mesas blancas, riendo, disfrutando del momento. Nosotras ya nos conocíamos, nos saludamos al verte pasar con tus amigos, pero nos sorprendiste cuando volviste poco después, creo que con otro amigo. Te presentaste ante todos con mucha seguridad, nos hablaste en portugués, pero también en español.
Esa noche fue genial. Hicimos una ronda de preguntas y la pasamos increíble. Nos reímos mucho. Así comenzaste a participar en nuestros seminarios de los viernes y en nuestras reuniones posteriores. Tus historias nos hacían reír, y así es como te vamos a recordar: alegre, risueña, ocurrente y amable.
Cuando recorra el ICMC, cuando camine por los mismas sendas que tú recorrías, te llevaré en el corazón. Y sonreiré al recordarte. Sé que tus amigos también te recordarán así: feliz, con esa bella sonrisa y sonreirán al rememorar los buenos momentos que compartieron junto a ti.
"Johana seguirá viva en nuestros recuerdos, en nuestras risas y en cada historia que compartimos con ella. Aunque su ausencia duele, nos deja un legado de amistad, inspiración y cariño. Hoy la despedimos con amor y gratitud, sabiendo que su luz nos seguirá acompañando siempre."

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