top of page
Buscar

La montaña rusa

  • pedrocasusol
  • hace 2 días
  • 5 Min. de lectura

Escribe: Tamara Assayag


Sol subió al ascensor que la iba a llevar al primer piso del hermoso rascacielo recién inaugurado que acababa de visitar. Para su buena suerte, cuando se abrieron las puertas, no había ninguna sola alma y con suerte así se mantendría en los siguientes 117 pisos que descendería a continuación.


La porrista se quedó viendo a la nada disfrutando del silencio de estar sola en un espacio en el que casi siempre se está incomodo y prácticamente tieso. Pero cuando el elevador llegó al piso 100 las puertas se abrieron y con ello, Sol quedó frente a frente a otra persona.


El cerebro puede tardar entre 99 milisegundos a 1 segundo en reconocer un rostro, dependiendo de la familiaridad con la persona, también puede variar dependiendo de si el cerebro está simplemente detectando la existencia de un rostro o identificando a la persona… pues ella acababa de desafiar a esa ciencia.


En menos de un microsegundo vio toda su era dorada de estrella infantil y todo lo que construyó después de eso, su reputación, sus amigos, la imagen que tenían los profesores de ella, la escuela entera, todo eso lo visualizo yéndose a la mismísima mierda… y de paso reconocer al ser parado en la entrada del ascensor. 2 segundos tardó su compañera de espacio en acomodarse en la otra esquina del ascensor, volvió a desafiar a la ciencia porque solo necesitó de ese lapso de tiempo para recordar momento por momento una historia que logró olvidar en los últimos 6 años y como no, si estaba encerrada con su coprotagonista.


Sol era amiga de Lindsay y de Rachel desde que tiene memoria, ya que eran de las pocas niñas en el pueblo, pero cuando fueron creciendo se empezó a ser evidente quien era la líder, la más carismática, la más divertida, la que los padres pensaban que era buena influencia, la inteligente, la que cantaba y bailaba como profesional, la que estaba destinada a ser actriz o algo parecido, a veces pensaba que todo hubiera sido paz y amor si simplemente Lindsay no hubiera sido todas esas cosas… o si no le hubieran hecho saber a cada maldito rato que lo era.


Su casa quedaba a pocas calles de la suya, padres divorciados y una hermana 1 o 2 años menor que ella, vivía con la alcohólica y muy probable ludópata de su madre. Resulta que la señora sí se preocupaba por ella… o de lo que podría ganar con su talento y gracia. Una linda actriz de teatro, modelo de comerciales, ganadora de concursos de canto, todo eso era Lindsay antes de cumplir la década de vida. Lo peor es cuando sabes que a la mocosa le gustaba participar en esas actividades, ella se esforzaba genuinamente para dar todo de sí porque la hacía feliz.


A los 10 años las 3 fueron a acompañarla a la audición de su vida, una serie donde ella fuera ser la protagonista…no soporto más.


Sí, la envidia es mala, pero más malo es lo que te impulsa a ser. El día de la audición, Lindsay contó que, si pasaba, tras ganar su primer sueldo, su mamá la dejaría irse a ella y a su hermana con su inexistente papá. Por cosas del destino, ese día el aflojamiento de estómago llegó y con ello una improvisada visita al baño del edificio donde se llevaba a cabo. En ese momento, Sol no pudo evitar pensar qué pasaría si su amiga no volvía.


-Lindsay, una persona de la producción te está buscando.


-¡Qué! Ahí voy- respondió Lindsay unos segundos antes de salir volando del baño para seguir a Sol al lugar donde se encontraba la inexistente persona. El lugar no era más que la sala donde guardaban los aparatos de limpieza, lástima que ella no se dio cuenta hasta que Sol de un portazo la dejara encerrada ahí. Cuando Rachel preguntó por ella, Sol se hizo la que no sabía nada y cuando dijeron su nombre salió por ella a espaldas de su otra amiga.


Hizo la audición en su lugar y lo logró. Luego de decirles a los de producción que su nombre no era ese y así corregirlo, recibiría un aplauso de todas las personas del lugar, y detrás de la cara de incredulidad de Rachel que se encontraba al fondo, vio a Lindsay unos centímetros delante de un conserje que en su mano poseía las llaves del pequeño cuarto. La expresión que vio ese día era indescriptible. Increíblemente, la culpa no la carcomió hasta después de enterarse que la mamá de Lindsay la golpeó con un cable hasta hacerle sangrar las piernas, todo por su culpa.


Como todo el mundo se enteró de ese suceso, ella y su mamá decidieron irse de la ciudad. Sol fue a ver el auto alejarse, y cuando movió su mano en dirección a la parte trasera del vehículo como despedida, Lindsay le devolvió el gesto sacándole el dedo medio. Cuando vio eso sintió que lo merecía. Pero justo en ese momento, Rachel con un bate de baseball le golpeó la nuca haciendo que se desmayara. Los amigos están por todas partes, listos para reemplazar a otros. Y eso hizo. Aunque eso de perder a sus dos mejores amigos en menos de una semana estuvo potente. A veces se preguntaba qué pasaría si todos se enteraran, porque Rachel no lo diría por respeto a Lindsay, pero… si se supiera.


Como puede ser posible que Sol pensara todo eso en ese pequeño lapso de tiempo.


-Que haces aquí- pregunto con aún la mirada perdida en las puertas del ascensor.


-Me mudaré aquí- respondió Lindsay con una actitud relajada y confiada, como si no hubiera pasado nada.


Esa respuesta le puso helada la piel, su compañera la miro y le sonrió antes de soltar la frase:


-Mañana iniciamos la preparatoria, iré a tu misma escuela- dijo con el tono más alegre y forzado que cualquiera podría oír.


Solo con una simple oración, Sol pudo ver toda su vida yéndose al carajo. Era obvio que la persona a su lado quería venganza. En ese momento las puertas del elevador se abrieron y antes de que Lindsay saliera, decidió decir una última frase.


-Sabes, tengo historias que contar a los demás, pero ya sé que me preguntaran la razón por la que me fui ¿Qué debería responder? - la felicidad y el carisma chorreaban en esas palabras.


A pesar de que el ascensor estaba en el nivel uno, Sol no bajo. Rápidamente el pánico la invadió, terminó echada en posición en ese piso repleto de huellas de zapato y suciedad, aguantándose las ganas de gritar o de golpear esas cuatro paredes. Simplemente esperó que alguien la encontrara, que se sorprenda y pida ayuda, quería preocupar a alguien, darle pena a un desconocido, porque sabía que después de ese día la gente dejaría de verla así: la odiarían, la despreciarían, su vida en la escuela se convertiría en ansiedad constante y lo peor de todo, se lo merecía.


Su mente solo pensó: No puede ser, no puede ser, no, no, no, no… mierda, maldita perra.


Ni ella misma sabia si era para Lindsay o para ella misma.



 
 
 

Comments


Subscribe here to get my latest posts

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Facebook
  • Twitter
bottom of page